Vergüenza en el GP de Mónaco

El pasado domingo se corrió el GP de Montecarlo en Mónaco. Pero más allá de la carrera lo que llamó la atención fue la sanción que impusieron a Schumacher por romper el reglamento durante la prueba de clasificación.
Para los que no la vieron, Schumacher, en la última vuelta, fingió una mala maniobra para bloquear las vueltas rápidas de Fernando Alonso y Raikkonen y quedarse con la pole. Por un instante se pensó que en verdad había sido un accidente, pero lo extraño era que el carro del alemán no tenía ni un rasguño a pesar de lo estrecho que es el cirucuito de Montecarlo y lo poco tolerante que es para los despistes. 8 horas después del incidente la FIA sancionó a Schumacher y lo envió a la última posición de largada.
El comentarista deportivo de FOX, Juan Fazzini, comentó que la acción si no hubiera sido sancionada, sería una genialidad perversa.
También sería una demostración del dominio que el hombre puede tener sobre la máquina, de lo maquiavélico de una estrategia. Pero la maniobra no resultó gracias a los controles que permiten la tecnología: la telemetría y la cantidad de cámaras que cubren los GP.
Estas acciones nos recuerdan momentos vergozosos de Ferrari como el final del GP de Austria de hace algunos años cuando la el equipo le ordenó a Barichello que deje pasar a Schumacher. En ese entonces, Jean Todd, dijo que la decisión se había tomado y que pronto la hinchada lo olvidaría. Ahora, ¿cuál es la necesidad de que un equipo consolidado, con la tradición que tiene, y que no va mal en el campeonato de este año, haga estas cosas?