2006/07/13

Baudelaire final (ja.

IX
DE LAS QUERIDAS

Si quiero acatar la ley de los contrastes, que gobierna el orden moral y el orden físico, me veo obligado a ubicar entre las mujeres peligrosas para los hombres de letras, a la mujer honesta, a la literata y a la actriz; la mujer honesta, porque pertenece necesariamente a dos hombres y es un mediocre pábulo para el alma despótica de un poeta; la literata, porque es un hombre fallido; la actriz, porque está barnizada de literatura y habla en "argot"; en fin, porque no es una mujer en toda la acepción de la palabra, ya que el público le resulta algo más precioso que el amor.
(...)
Porque todos los verdaderos literatos sienten horror por la literatura en determinados momentos, por eso, yo no admito para ellos —almas libres y orgullosas, espíritus fatigados que siempre necesitan reposar al séptimo día—, más que dos clases posibles de mujeres: las bobas o las mujerzuelas, la olla casera o el amor.
—Hermanos, ¿hay necesidad de exponer las razones?

Esto es poesía (ja.


una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío.

Alejandra Pizarnik